“In Itinere” significa literalmente “en el camino”. Al referirnos al ámbito del derecho laboral se denomina “accidente in itinere” al accidente de tráfico ocurrido al trabajador durante el desplazamiento desde su domicilio hasta su lugar de trabajo y viceversa, exceptuándose aquellos casos en los que el trabajador haya interrumpido o modificado el trayecto por causa ajena al trabajo.

Cada mañana, cinco días a la semana, Javier Vegas se despierta a las 05:30, ducha y café rápido, hay que salir de casa en una hora para llegar a las 06:45 a la estación, tomar el tren que le llevará a la ciudad en la que realiza su trabajo, tren que unas veces llega a tiempo y otras no. Una vez en la capital coger el metro que le acercará un poco más al lugar en el que desempeñará, durante casi la mitad del día, su oficio. Estrés, prisas, cansancio y así cada día. Kilómetros, rutina de horas, días y semanas. Se puede decir que gran parte de su vida reside en estos trayectos. Como a él cada día le sucede lo mismo a millones de personas. Javier Vegas decide hacer una pausa para observar y dejar constancia de lo que ocurre a su alrededor y, como ya hicieron Miguel Delibes o Jack Kerouac, investigar sobre el concepto y la noción del camino. Así, durante los años 2014-2017 el fotógrafo siente la necesidad de expresar a través de su cámara las sensaciones que le genera este recorrido que realiza diariamente. Hacer un alto para tomar consciencia y estar realmente “en el camino”. Las secuencias fotográficas que nos encontramos en esta exposición siguen una narración temporal que dan testimonio de esta forma de vida: un LOOP vivencial que no permite que la rueda pare. Cada día lo mismo: esperas, soledades
multitudinarias, maletines y mochilas cargados de historias sin contar, ciudades concebidas para producir y consumir, un solo camino y un único sentido impuesto de ida y vuelta. No hay lugar para el desvío ni para la itinerancia. Zombies, relojes y manecillas que nos obligan a danzar bajo su estricta coreografía. Masas individualizadas que no se relacionan, dormidos-despiertos y despiertos-dormidos. Señales que nos obligan a ir por un camino establecido ya hecho. Camino por el que pasamos aborregados día tras día. Preguntémonos entonces:

(¿) Caminante no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar (?)

Parece que en nuestro presente las palabras del poeta han tomado otro cariz aunque sigamos viviendo y moviéndonos golpe a golpe y no siempre verso a verso.

Alba Valverde Merlo